TRIBUNA Reflexiones al viento: el bien y el mal

Deseo reflejar un párrafo del teólogo Fulton J. Shen de su libro 'El camino de la felicidad', con el fin de aportar salud y esperanza a los corazones, veracidad, luz, fuerza...: "Si desenvuelvo mi vida de acuerdo con sus propósitos superiores y busco la verdad y el amor, perfeccionaré mi existencia. Si vivo según mis impulsos animales, fracasaré lo mismo que si uso una navaja barbera para afeitar un pedrusco...", señala.

 "El mal mutila siempre la personalidad; quien vive como se debe vivir, llega a ser hombre/mujer; quien hace lo que su capricho le dicta, se convierte en bestia, y en bestia desgraciada... Ese resultado no obedece al plan previsto, pero es inevitable.

 El hombre que bebe en exceso no se propone arruinar su salud, pero lo consigue. El que come demasiado, no piensa en la indigestión, mas la encuentra. El hombre que roba no tiende a buscar la prisión, pero en ella termina. El viajero que no sigue los signos indicadores, acaso halle su objetivo, mas al final se encontrará al extremo de un camino equivocado.

 El desorden es un severo maestro. Hay un refrán español que dice: ``Al que al cielo escupe, en la cara la cae´´. El mal triunfa a veces, pero por poco tiempo. Puede ganar la primera batalla, mas pierde el botín y la recompensa. César construyó caminos para llevar por el mundo las águilas romanas en plena victoria militar, pero lo que llevaron Pedro y Pablo fueron los evangelios. Así, al final de este siglo se verá a los hombres de ciencia extraer las sacras y divinas verdades del cubo de la basura al que habían sido arrojados los siglos XVIII y XIX... porque el bien se defiende a sí mismo, y el mal a sí mismo se derrota", concluye.

 No añado ni una aseveración más, pero en estos tiempos que nos toca vivir con el coronavirus, aplicar afirmaciones como las expresadas por Fulton J. Shen bien nos vendrían, sobre todo en riqueza y en pobreza, y quizás nos enseñen a mirar más al cielo y a la naturaleza y a obrar el bien y no el mal, como alguien que nos dio ejemplo hace más de 2.000 años.

 José Elcarte Atienza